26.3.06

El Caos V: La pareja

Desnudo del artista Gabriel Maldonado
Siempre está frente a mi casa. Odio ver esa pareja cómo se besuquea, justo en mis narices, balanceando sus cabezas al ritmo de un tango y como si me dijesen algo así como: “¡Muérete de celos, cabrón, que sabemos que no te comes un rosco!”. Y lo hacen aposta, estoy seguro que se ponen de acuerdo para, día a día, de lunes a viernes, después de estar todo el santo día aguantando a gilipollas de poca monta, darse el banquete. El banquete comienza con ese juego de lenguas viscosas y acaba con un intercambio de manos como si buscasen el número del sorteo de Navidad. Y no veas, cómo jode el verle como se le erizan los pezones a esa pedazo de tía, hasta que coge la forma de unos conguitos de chocolate. Deben de ser tan deliciosos y crujientes como los de verdad.

Y aquí todavía no se ha escrito todo, porque ahora llega el culmen de mi depresión. Ese momento en que la pareja pornográfica Romeo y Julieta bajan los brazos, exhaustos, jadeantes, y despegan sus labios hasta caer ambos en profundos suspiros, en su regreso del placer eterno. Ella, con sus pezones de conguitos; él, con su cohete de la NASA en la entrepierna, a punto de explotar del pantalón. Y para postre, tengo que comerme esas malditas sonrisas que me recuerdan esas otras palabras de: “¡ Jo-de-te, maldito imbécil, que no paras de mirarnos!”.

Entro a casa y me dan unas ganas tremendas de cagarme en dios, pero hoy no lo voy a hacer, no lo van a conseguir. Me tumbaré tranquilamente en el sofá, encenderé la televisión y maldeciré todos esos políticos de mierda que únicamente se dedican a lanzar bombas. Porque no puedo creer que esos asesinos con corbata, ganen esa pasta sin mediar palabra y lancen ejércitos y armas a cualquier rincón del mundo. ¿Cómo le pueden llamar a eso política?

¡Ufffff...! Me es imposible concentrarme. Qué caricias, menudos besos, roces, miradas, la pareja... Son ya tres meses en estas mismas circunstancias, desde que me acerqué a Fátima y me disculpé por haber tenido una pequeña, casi minúscula aventura con su mejor amiga. Y, desde entonces, sólo piensa en devolverme la jugada, en vengarse y apuñalarme el corazón tantas veces como sea necesario hasta destrozarlo y dejarlo como granos de arroz.

Conozco sus movimientos, los espié hace dos tardes, y siempre repiten el mismo ritual. Bajan de casa al caer la noche, apenas existe algún contacto entre sus labios y cuando ven aproximarse mi figura, su pasión se desborda hasta límites infinitos. Cuanto más escucha mis quejidos de dolor, mayor placer para la pareja. Entonces, se esfuman mis ganas de cenar, de sentarme plácidamente en el sillón y... me cago en Dios.

25.3.06

El Caos IV: Uno mismo


¿Por qué me canso de escribir aún sin haber acabado estas letras? ¿Será porque no tengo nada de que hablar o, simplemente, porque abundan las cosas por decir que mi mente no llega a asimilarlo? Tan solo una raza en extinción; eso es lo que soy. Fiel a mis principios, disfruto de la felicidad de los demás pero deseo la mía propia. Siempre digo que no hay que esperar nada de nadie; tal vez la reacción que uno desea nunca llegue y ya se sabe de algunos que murieron esperando. Ahora hago eco estas líneas de Coelho que intentaré incluir en un repertorio de vivencias para que me acompañen en mi ansiada experiencia: “quien ama esperando una recompensa está perdiendo el tiempo”.

Nací aquí, crecí aquí y seguro que el día que abandone este mundo...seguiré estando aquí. Siempre confundo los términos y ya no sé si disfruto de esos momentos en los que “sacar de quicio” sobresale de mi mente o, simplemente, la costumbre (como siempre tan traicionera) hace mella en mí y relaja mi cuerpo en pos de la tortura.

Creo que en el fondo soy así; “somos así”, porque debe de haber más como yo (eso espero) que se deje la vida por los demás, que viva para y por los demás; simplemente por el placer que supone una sonrisa colgando de la cara. Aveces pienso que no es cierto el mundo que observo y que un manto de odio y rencor oculta mi verdadera mirada bajo renglones de sufrimiento. No lo sé.

Tal vez no soy como creo (o creía) ser y eso me hace desvariar y suspirar por una vida mejor y, sobre todo, más saludable. Sucede que me siento una persona que busca el sufrimiento en los lugares más alegres, porque tal vez creo que no merezco la felicidad que me envuelve. No contento conmigo mismo y lejos de mi propia voluntad, acuesto a estas palabras deseando el regreso.

18.3.06

El Caos III Deja vu


Hagamos un parón en el camino del conocimiento, de la duda, para trasladar mis pensamientos de este día. Hoy noté algo extraño cuando volvía a casa, algo extraño pero a la vez reconocible. Era una sensación que no se presentaba en mi por primera vez, pero que sí por primera vez tenia conocimiento de ella, que existía, que formaba parte de mí, de mi existencia como persona, común al resto del mundo parece ser, pero única en mi ser. Creo que a esto lo llaman dejavou, algo así como una experiencia ya vivida. Ya conocía esa palabra, su significado y su sentido dentro de mi vida. En ocasiones he tenido la sensación de haber vivido o pasado por situaciones similares más de una vez, como si se repitiesen.
Pero lo de hoy ha venido a confirmar mis sospechas. Un olor, un sabor, una mirada, un paso, incluso una brisa fresca pueden ser un dejavou. A mí que paseaba en busca de mi coche me ha ocurrido. No sé muy bien que ha sido, si un olor, o un cúmulo de muchas cosas, pero me ha dejado mal cuerpo, me he sentido mal de repente y sin ninguna razón aparente.
Es posible que esté tan predispuesto a captar el exterior, lo que me rodea, que en más de una ocasión me he sentido así. Y yo lo veo como un problema, es una carga, es como si te estas divirtiendo y en un segundo estas enfadado, angustiado, es una situación horrible, incontrolable, que de alguna manera forma parte de mi forma de ser, de mi personalidad y que realmente no me gusta. Si bien es cierto q oler un perfume que te recuerde a alguien querido es una sensación placentera, también te puede trasladar a un momento de tu vida que no lo pasaste demasiado bien y fastidiarse el invento. El hecho es que en ciertos momentos, solo es el malestar, no recuerdas cuándo sucedió, y en cierto modo te atormentas pensando e intentando recordarlo para poder tranquilizarte de alguna manera. A mi no me ha resultado hoy.

Si piensas con detenimiento, aunque solo sea un momento, entenderás que lo que aquí se diga puede parecer extraño, fuera de lugar e incluso anormal, pero no, lee atentamente, es simplemente caótico, como uno mismo. Para qué hablar de un tema en particular cuando puedes tocar miles, y quien dice miles dice tres o cuatro, vamos que uno de vez en cuando exagera. Pero, quién no lo hace. La exageración es un rasgo humano como pocos. Siempre resulta excitante exagerar situaciones, sobre todo en sociedad, hay que quedar bien con el personal. Pero uno se acostumbra tanto a exagerar que luego ya nadie le da importancia, parece tan habitual que ni se llega a apreciar y entonces exageramos más.

11.3.06

El Caos II, el bloqueo del escritor

Desesperación y dudas que todos tenemos en nuestra cabeza

Por eso hoy más que nunca mi mente representa un CAOS, de sueños, de dudas, de pensamientos sin fundamento, sin colocación. Estoy en uno de esos mal llamados “bloqueos de escritor”, aunque no sé muy bien qué significa, por que tengo demasiadas cosas que decir y muy poco tiempo, o soy muy lento escribiendo y demasiado rápido pensando que no consigo reflejar todo lo que siento. Y me da rabia pensar que soy incapaz de expresarme abiertamente como desearía, como ansío. Quizá es que tengo demasiadas cosas en la cabeza, demasiado que aprender, demasiadas personas que querer y tanto amor (absurdo amor) que no puedo dispensar a nadie, como cuando tumbado “esa” persona se duerme en tus brazos y tu tiernamente la acaricias como si el tiempo se parase, como si no importase nada, como si los problemas hiciesen “puff”, desapareciendo en humo como por arte de magia. Y entonces no ves más allá, por que más allá no hay nada, todo esta es ese pequeño espacio que tu mismo has creado o que se ha creado por casualidad.

Resulta no penoso, sino patético que uno tenga tantas cosas que decir y no poder hacerlo. ¿Cómo se explica que seamos parcos en palabras y podamos decir tanto tecleando en un ordenador o con una simple pluma y un trozo de papel?. Y esa es nuestra alma en los libros, con la esperanza de que (ni los cuento ya) alguien consiga hallar nuestro corazón entre tanta palabrería barata, que alguien comprenda nuestros sentimientos, nuestros miedos, y que nos salve de una muerte lírica, epopéyica, entre metáforas.

Odio que la gente nos trate como seres raros, que exalte nuestras palabras, que nos crea geniales, incapaces de hacer algo parecido, y no es cierto, sólo se debe de creer, de sentir y esa es la base humana. Odio que nos admiren porque yo los admiro a ellos, amigos, compañeros que por casualidades de esta vida, leen algo tuyo y ven en ti algo diferente. Y quiero ser como ellos, considerarme normal, todos acaban solos, sin un alma gemela que los comprenda y que los mire a la cara de tu a tu, en las mismas condiciones.

Nunca hablar de cosas que se desconocen. Es frecuente el error de relatar lugares, situaciones que uno no conoce, es posible que te califiquen de mentiroso. Pero eso si, nunca plagiar, no utilizar lo que otros vivieron, sintieron, no es justo y es triste a la vez, ya que se comete el error de no sentir, de ser una persona carente de experiencias, inferior al resto del mundo, y si cualquiera puede escribir sobre si mismo, para qué escribir sobre los demás. No tiene sentido, ni conocemos los sentimientos que invadieron a esa persona, ni su reacción.

José Antonio Cortés