17.6.06

El Caos XIX: Mis problemas con las mujeres

Aquel día yo estaba triste. Después de dejarlo con mi novia, no se me ocurrió otra cosa que intentar reflexionar si de algo sirvió conocer a esa persona. Claro que sí, respondí yo al instante. Tú me dijiste que de los errores se aprende pero yo me sentía tan desgraciado, que sólo escuché tu voz en el momento de partir hacia casa. Volviendo a casa, me encontré con ella. Fue un momento peculiar, tal vez curioso y a la vez contradictorio. Estaba allí delante de ella, sin inmutarme; me quedé absorto y no supe qué decir a tu “hola” inesperado. Te miré y en ese momento me di cuenta; cuenta de que a través de todos estos años, yo había vivido la misma situación pero en espacios y momentos diferentes, y con cuerpos y caras diferentes también. Y comencé diciendo:

“Las conozco y las adoro, las quiero y las anhelo, hasta las amo. ¿Sí? Pues sí, hasta las amo. Las cuido y, a veces, me cuidan. Las respeto, las trato bien, les regalo mi vida. Y otra vez las vuelvo a conocer. ¿De verdad me doy a conocer? Tal vez el motivo es que no me doy a conocer. Tal vez tengo miedo. ¿Miedo? ¿Miedo de qué? Tal vez los miedos siguen acumulados ahí. Pero tal vez no.

Pero al final de todo ellas por un lado y yo por otro. Nos damos la mano y paseamos, miramos hacia el mismo lugar, y nos caemos al suelo juntos. Cuanto más las conozco, más las quiero, y menos me conocen y cuando menos me conocen ¿qué? Pues sigo intentando conocerme a mí mismo porque pensaba ser de otra manera. Me enseñan y aprendo. Son mis mejores profesoras. Siempre aprendí de ellas. Siempre. Conozco el mundo, me gusta y lo vuelvo a conocer. Conozco el amor, y hasta me llega a gustar. ¡Qué cosas! ¿Eh?

A morir, siempre a morir, por ellas, claro. Hasta llegan a morirse por mí. Bien, bien. Les beso y me besan, les abrazo y me abrazan. Les comprendo, creo que les comprendo. Pero ¿me comprenden? A veces sí. Y, a veces, no tanto como espero. Son felices y yo lo soy más; claro que no siempre. Las discusiones están siempre estuvieron a la orden del día. Es bueno discutir, conoces mejor a las personas. Hablo con ellas y me gusta. Intento conocerlas pero a veces no se dejan, normal, supongo. Las arropo cuando tienen frío, les tapo cuando se quedan sin sábana, les hago el desayuno cuando abren los ojos, les soy generoso cuando lo deseo, ellas también lo son, pero no tanto como desearía.

Hay que dar, lo sé, y nunca esperar pero juegan a otro juego que no es el mismo que el mío; pero las he ido conociendo. Siempre están ahí cuando más las necesito. Eso siempre estuvo claro. Muy bien por ellas y por mí. Se divierten, se ríen, disfrutan, les gusta, claro que les gusta; ¡Como que a mí también, me gusta! Y, ¿a quién no? Las veo en cuanto no buscaba a nadie. Y las busco, las encuentro, las busco y no las encuentro. Nunca esperé nada de ellas y cuando no lo esperé, las encontré. Suerte, ¿suerte? Causalidad, diría yo. No casualidad, sino causalidad. La vida está regida por causalidades. Una relación de causa-efecto.

3 Comments:

Blogger Ana González said...

Sabes, tienes esa forma particular de escribir que no me deja parar de leer, es como una pequeña agonía pasando letras con la incertidumbre de no saber lo que vendrá después.
Tienes el don de la imprevisibilidad y si a otros llega a agobiarles, a mí me encanta.

10:41 p. m.  
Blogger Eugenia said...

casualidades y causalidades, es un tema interesante y complejo, inagotable.
me gustó mucho tu texto, el análisis de todas las posibilidades, los distintos caminos que recorriste, y que a veces te caigas con ellas, el dar sin esperar recibir, y que no jueguen a lo mismo, o que te den sin que esperes, y que vos cambies y así intentan conocerte pero no las dejas, o no es tiempo, y no te comprenden.....
grave lío la vida, creo que lo más hermoso del texto es cuando decis que ellas te han enseñado, la palabra maestro definitivamente significa amor.
Te felicito, siempre tus textos son un placer

1:29 a. m.  
Blogger Unknown said...

Y aquí hay tres mujeres leyendo jijiji

4:29 p. m.  

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