El Caos IX: Alguien mueve los hilos (y 4ª parte)
La verdad puede ser en ocasiones tan dura como un golpe. Si llegado el momento, un día descubriéramos que todo lo que nos rodea es falso, que es cierto que lo que pensamos, hacemos o decimos es inducido por otro ser superior, que no tenemos voluntad y con ello libertad, esa verdad no sería tan dura como un golpe, sino como millones de golpes, uno tras otro, sin descanso, sin la oportunidad de protegernos.
Si esta es la verdad quizá no quiera saberla. Sin embargo sería como aquellos que se contentan con lo que tienen, que miran alrededor sin fijarse, sin que les importe lo más mínimo lo que haya allá arriba, sin ambición, sin ansia de conocimiento. Al igual que Sócrates me tomarían por loco. ¿Quién comprendería o aceptaría esta verdad?. Quizá sólo unos pocos, pero esos pocos serían tachados, dilapidados públicamente, objeto de mofa y quizá encarcelados o retenidos en centros mentales. Por eso muchos callan, por miedo, por vergüenza o por negación.
Quizá estemos cerca de la verdad, pero demostrar algo tan indemostrable agota las fuerzas, en ocasiones desanima la espera, el largo camino por recorrer, y sobre todo el temor de estar ante la verdad, de saberse conocedor de la realidad, y que sea tan inmunda, tan caótica o sencilla, tan increíble, que quizá esa luz nos ciegue y por esa razón demos la vuelta contentándonos con lo que ya conocemos.
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