8.4.06

El Caos VIII: Reflexiones en la oscuridad


Las paredes de esta casa no son paredes; la casa se me queda pequeña (o grande, según se mire) y no sé por que. Tal vez es como estar en una prisión sin medida en la que soy un preso común de cualquier celda. No siento nada, tan sólo me dejo llevar por estos pasillos que se dirigen hacia cientos de lugares pero, todos ellos, distorsionados.

No sé cómo explicarlo y ni siquiera conozco si existen las palabras para poder hacerlo, pero me siento como una flor sin sol, como un rayo sin luz, como un espectro en llamas, como un coche sin motor y todo -creo- que es debido a que la llave que abre la puerta de mi alma, nadie la consigue abrir.

Un escritor, por muy retraído que se considere, espera que sus letras y sus textos lleguen a alguien (al menos sí a alguien amado); y ese alguien que las comprenda hasta tal punto de comprender a la perfección todo cuanto rincón del autor esconde. Creo que el mundo está de suerte por tener en su haber a todos esos miles de personas que se dejan la piel por los demás; como los médicos, los voluntarios de las ONG’s incluso, los periodistas. Siempre habrá una persona que aparque su vida por ayudar a los demás aunque, el simple hecho de estar para los demás en todo momento, sea contraproducente para su vida.

Es una pregunta sin respuesta el hecho de querer conocer lo que nos deparará el futuro; un futuro incierto es a lo que se ocupa el Tiempo divirtiéndose a nuestra costa pensando qué hacer con nosotros. ¿Cómo es posible que aquellos hombres buenos tan sólo perduren en la memoria? ¿Cómo es posible que aquellas personas bondadosas mueran sin haber vivido lo suficiente?

No sé si no sé, pero sé que sé que “no saber” es muestra de curiosidad, de añoranza, de deseo, de ambición, de voluntad. Yo como siempre “espero” algo; en el fondo creo que todos esperamos algo de la vida y que se nos recompense por haber sido “buenos”. Esta vida nos regala un resquicio de su sabor como susurrando que nunca es excesiva la bondad y que debe ser regada cada día y alimentada con las mejores de las voluntades.

Tal vez el mero hecho de esperar algo es un signo de desconfianza y de miedo. ¿Miedo? ¿Miedo de qué? ¿De perder todo cuanto deseas? Tan sólo soy un vil campeador de estos hieráticos paisajes que cubren la burbuja en la que vivo. En realidad es como una reivindicación; como una llamada a la tierra por todo aquello bueno que has cometido a través de estos años. A pesar de ello, “esperar” siempre resulta desagradable (al menos sí para el que espera) y es por ello por lo que, a pesar de cómo se sienta uno en su interior, no debe de dejar que, el no obtener lo que desea, es un castigo; tal vez es un toque de atención para que no nos distraigamos.

Me apoyo en la ventana para fumar un poco y, apoyado en esa barandilla, veo a todas esas personas paseando, disfrutando, fumando, riendo; pero no sé que es lo que piensan ni cómo se sienten ni lo que les sucede en su interior. Tal vez sea una fachada lo que veo; una fachada que el mundo percibe. Seguro que tienen problemas, seguro que muchos sufren, seguro que algunos llorar (seguro que por amor), seguro que...seguro que hasta hay alguien que está pensando en lo mismo que yo en este preciso instante.

2 Comments:

Blogger Eugenia said...

"espectro en llamas"... una rica imagen poetica... entre otras, podria ser la desesperacion, el deseo de lo insatisfecho que nos quema, y que por lejano, nos hace espectros.


"y ese alguien que las comprenda hasta tal punto de comprender a la perfección todo cuanto rincón del autor esconde"

es maravilloso el instante en que comprendes a un autor, y más aun, en el que descubres que has sido comprendido

"se dejan la piel por los demás"
qué ganas de dejar la piel por algo que vale la pena, y si no lo vale, que intensa sensacion la de descubrir que puedo dejar toda mi piel por alguien, a pesar de todo...


"una fachada que el mundo percibe"
idea extraña de creer que soy el unico con problemas, triste es descubrir la hipocresia del ser humano, basta de exigirnos posturas, ropas, palabras...


"hay alguien que está pensando en lo mismo que yo en este preciso instante."

la magia de la conexión, la sorpresa que lleva al éxtasis......


TE FELICITOOOOOOOOOOOOO

3:08 a. m.  
Blogger Unknown said...

Puedo decirte varias cosas. Decir que no. No somos transcendentales. Que no, el mundo no gira en torno a nosotros.

Que somos insignificantes.

Que nuestros dolores en la infinidad de universo son insignificantes.

Y cuando uno tira una bocanada y es compartida. Las cosas tienen más sentido. Y la significancia vuelve. Somos poderosos.


Dolor, oscuridad. Y sí, son cómodas. Incluso uno les tiene cariño, al final, como la casa que uno cuida porque ahí vive.

¿La muerte? Esa es una estúpida y sólo se le vence viviendo. La muerte nos da sentido, que las muertes que vivimos cerca no sean en vano para nuestra vida.

Las historias están ahí siempre. Las historias de cada quien, que al mismo tiempo conforman nuestro mundo. El aleteo de una mariposa, el aleteo de una mariposa, José.

Un beso.

Me encantó este post y prometo no volver a comentar tan largamente.

6:11 a. m.  

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